domingo, 17 de febrero de 2008

«Mi salvación», por Miriam B. (4ºA)


Tan solo faltaban dos días para el examen final de filosofía, era la única asignatura que Juan no lograba aprobar, aunque se pasara horas y horas estudiando.
La profesora le había dicho que si llegaba al cinco le aprobaría el curso, por el gran esfuerzo que hacía y por llevar siempre los deberes hechos, pese a haber sacado menos de un cuatro en los exámenes anteriores.
A Juan no le quedó otra alternativa, tenía que utilizar «el bolígrafo XXI». Jamás pensó ponerlo en práctica para un examen pero, como ya he dicho, no podía hacer otra cosa.
Este invento se le ocurrió cuando solo tenía 11 años, consistía en un bolígrafo que administraba la información que se le introducía por el ordenador y luego la plasmaba en el papel cuando tú escribías.
No le había contado a nadie de la existencia de este revolucionario artilugio, sabía que si lo hacía todos pensarían que aprobaba gracias a eso y en realidad no se había atrevido a utilizarlo nunca, esta sería la primera vez.
Primero pasó al ordenador todo el temario de filosofía, que le sonaba a chino, porque no sabía ni lo que estaba escribiendo, y lo guardo con el nombre de «mi salvación».
El mismo día del examen, por la mañana, pasó la información al bolígrafo y se fue nervioso al colegio.
Llegó la hora del examen, todos separaron sus mesas y se preguntaban entre sí… «¿Te lo sabes?», la verdad es que era uno de los exámenes mas importantes del curso, y eso hacía incrementar el temblor incontrolado de Juan.
La profesora repartió los exámenes y todos comenzaron a escribir, Juan hizo lo mismo.
Sacó de su estuche el bolígrafo y comenzó por la pregunta uno… «Biografía de Platón», y así hasta completar la última pregunta, ni siquiera leía lo que escribía tan solo estaba atento a que nadie sospechara nada.
Al acabar la clase todos entregaron el examen, y comentaban qué tal les había ido, parecía que nadie aprobaría…
Llegó el día en el que les darían la nota del examen, Juan no tenía nada que temer, es más, estaba muy tranquilo. La profesora comenzó por el primero de la lista y fue bajando, él era el numero 10. Todas las notas eran inferiores al 5’5 y temía resaltar demasiado entre los demás, no había contado con eso.
Al fin llegó su nota, la profesora se quedó callada, no decía nada, hasta que al final levantó la vista de su libreta y exclamó: «Juan, no me esperaba esto de ti, jamás pensé que me tomarías el pelo de esta manera… pasemos al siguiente…». Al acabar la clase Juan se quedó a hablar con la profesora. Esta le dijo que en sus catorce años de docencia jamás se había encontrado con nada semejante, y le enseñó su examen.
Al revisarlo Juan se dio cuenta que no había introducido el temario de filosofía en el bolígrafo sino la letra de una canción que se había bajado de Internet días antes, llamada Mi salvación.